HERA no corre tras los juguetes, pero corre conmigo

No nada en el Mar, pero se tiende a mi lado a contemplar las olas

No anda con el porte que debió tener en su juventud, pero siempre camina a mi lado

No parece especialmente cariñosa y en cambio se derrite con la caricia de un niño

No habla, pero ver la gratitud en sus ojos te inunda de paz

No hace cabriolas y monerías, pero sabe hacerse entender como nadie

La decisión de que pase el resto de su vida en casa no fue difícil, sólo había una opción; y aunque los senior no son santo de devoción de la mayoría de adoptantes, no me imagino otra compañera más obediente, tranquila y leal.

Su bondad es infinita…, sólo espero estar a la altura.

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